viernes, 20 de junio de 2008

Notas de lector - Salinger


Un día perfecto para el pez plátano

El autor divide en cierto sentido al relato en escenas. No lo hace explícitamente, sino que divide al relato en 3 situaciones que difieren en tiempo y espacio bien diferenciadas una de otra. La narración comienza con el siguiente entorno: una chica recibe una llamada telefónica de su madre, quien establece en la atmósfera un clima de suspenso y paranoia, preguntando a cada rato por la salud de su interlocutora, y dejando entrever que su yerno está loco. Constantemente se insiste, en la intención de crear suspenso, repreguntando una y otra vez cuestiones que la hija de la mujer intenta dejar en claro. Pero estos aires, de conversación de nunca acabar, al mejor estilo de “El cuento de la buena pipa”, son los que mantienen al espectador en vilo, esperando por una resolución, porque una de las partes corte el teléfono.

En cierto momento de la conversación se hace alusión a un “tatuaje” del esposo de la mujer que atiende el teléfono, que es una metáfora.

El hombre es veterano de guerra, y en mi opinión, es una cicatriz lo que su esposa nombra como un tatuaje. El verso en cuestión es el siguiente:

- Lo conoces muy bien – dijo la chica, y volvió a cruzar las piernas -. Dice que no quiere tener un montón de imbéciles alrededor mirándole el tatuaje.

- ¡Si no tiene ningún tatuaje! ¿o acaso se hizo tatuar cuando estaba en la guerra?

- No, mamá. No querida (…)

Al finalizar el relato, el hombre se enoja con una mujer porque según el, le mira los pies. Deduje, que en ese lugar, es en donde lleva lo que lo identifica como veterano de guerra, ya sea una insignia, un tatuaje, o una cicatriz.

La segunda parte del relato corresponde a un encuentro entre el hombre protagonista del relato (Seymour Glass) y una niña llamada Sybil. Salinger también crea un clima de suspenso de la siguiente manera. Al dar a entender que es posible que el personaje de Seymour esté loco, crea además en su relato, situaciones de suspenso donde da a entender que el hombre le puede hacer algo malo a la niña.

La última escena se desarrolla cuando Seymour vuelve al hotel donde se aloja con su esposa. El señor Glass, luego de protagonizar el incidente ya descrito anteriormente con la mujer que le miraba los pies, entra a su cuarto y luego de comprobar que su esposa duerme, se suicida.

La historia que se ve, es la descrita anteriormente, y la historia oculta es, en mi opinión, lo que ocurre dentro de la cabeza de Seymour. Su historia personal asoma de a ratos, pero nunca es totalmente transparente para el lector. Los miedos, recuerdos, temores y pensamientos de Seymour lo acosan, hasta desembocar en su muerte. Como Sandra Russo expresó, lo que no soportó, no fue el ir a la guerra, sino hacer de cuenta ante la sociedad que la guerra nunca existió.

El hombre que ríe

En este cuento, se entrecruzan la historia personal del jefe de Los Comanches, lo que el narrador cuenta, y la historia que, el jefe todos los días les cuenta al grupo de chicos a su cargo. Ambas historias se relacionan, estableciéndose analogías entre la vida sentimental del jefe, y las cosas que le ocurren al protagonista de las historias que relata.

La historia uno, está en tiempo pasado y relata la vida de El Club de los Comanches, un grupo de scouts que desarrolla actividades recreativas. Estos ven como transcurren cambios en la personalidad del jefe, pero en su inocencia, no llegan a relacionarlo por los problemas amorosos que él tiene con su novia, a quien consideran una más del grupo de recreación. Pues bien los vaivenes emocionales del jefe, constituyen la historia número dos del relato. Su historia personal, al igual que en “Un día perfecto para el pez plátano” permanece oculta para quienes lo rodean. Pero está ahí latente. Es la que determina los actos de la persona, no lo que intenta mostrar, sino lo que su mente y su corazón lo obligan a exhibir. Cuando la relación del jefe con su novia, marcha bien, la historia que narra es alegre y llena de esperanzas para su héroe. Cuando las cosas empiezan a marchar mal para el jefe, también empiezan a ir mal para el protagonista de su historia “El hombre de la boca deforme”.

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